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Mi padre tomaba diapositivas cuando éramos niños y teníamos sesiones de vez en cuando. Pero el interés comienza con una vieja Leica de mi abuelo que teníamos en casa, manipulando sin ninguna información la manilla de velocidades y diafragma algunas veces obtenía buenas tomas, pero definitivamente me conquistó cuando viaje el año 1985, primer año de universidad, a Bolivia y tomé un rollo en Tiawanaco, creo que fue un resultado buenísimo y los colores me sorprendieron. Le mostré las fotos a un amigo de colegio, y temiendo que lo aburriera con las fotos las evitó, pero cuando las miró dijo: “ es como la Canción de la Tierra de Malher” de ahí en adelante supe que era lo mío. Después viajé a Europa, mi padre me regaló una Kodak pocket de 35 y por error compró rollos blanco negro, al volver y copiar en papel me entregaron unas imágenes en Sepia bellísimas las que posteriormente copié en papel blanco negro y aerografié incorporándolas a mis tareas de taller de arquitectura.
¿Pero estudiaste? ¿Donde? ¿Quien fue tu maestro?
¿Cual fue la primera cámara que usaste?
Me gusta experimentar con los formatos y los materiales. Cuando teníamos abundancia de papel fotográfico prefería el Ilford speed, que es opaco y permite pintar sobre él, hice unos ejercicios, achurando con grafito las zonas negras y quedaron realmente buenos, unas fotos fueron publicadas en una revista sabatina a nivel nacional. Ahora con el advenimiento digital estoy trabajando con una impresora tradicional selecciono algunas imágenes que pueden ser impresas en formatos alargados (ancho carta y largo; lo que de el pliego) y en diferentes tipos de papel, hilados, acuarela, kraft (de envolver), y luego aplico aguadas para “ablandar” visualmente algunas zonas, o con acrílico, para destacar otras. Desde entonces procuro que las tomas rescaten esas figuras alargadas para que las impresiones queden bien compuestas.
Hace unos meses trabajé 12 láminas de formatos de 3 metros por 1 sobre poliéster y barniz, las imágenes quedaron con buenos colores y brillantes, esto ha permitido itinerancia a nivel nacional, son fáciles de trasportar porque se enrollan y cubren gran superficie de exposición. Ahora estoy imprimiendo sobre tela tensada en bastidor e impresa con Gesso acrílico blanco.
En un viaje traje mucho papel fotográfico, pero no he trabajado laboratorio desde hace tiempo, requiere un tiempo especial que debo recuperar, la ampliadora me mira desde un rincón de la habitación y sé que debo resucitar miles de negativos que tengo guardados.
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El año 1999 viajé a España y en el museo Reina Sofía había una exposición de Manray quedé extasiado con las imágenes que ya conocía, pero enfrentarse a las placas de vidrio y los papeles fotográficos densos con sus ejercicios matemáticos y fotografía abstracta espacial de esculturas fue un shock y creo que es el maestro, también compro fotos antiguas y he encontrado maestros anónimos. En general a partir de Manray desarrollé un trabajo que expondré después de 9 años de su realización sobre insectos y vegetales.
¿Te referís a fotogramas?...contanos mejor como son los tuyos y si se puede, ¿como los realizaste?
Los insectos que vienen a morir a mi departamento, insisten en tener en esta, su última morada. Los cadáveres casi imperceptibles por su tamaño son barridos o aspirados, limpiados, sin una ceremonia que les garantice alojamiento en algún paraíso teológico, simplemente no están considerados. Mi propia muerte se cruza con la de ellos y en ese estado especial trato de cambiarles la escala, de exacerbar los tamaños para entender su presencia, para compartir el espacio, dejando en claro que ellos poseen cuerpo, estructura, y que su corporeidad translúcida es para mi de alguna forma una resurrección mediante la luz, y la fotografía garantiza, al menos en mi memoria, una pequeña eternidad.
Desde el punto de vista fotográfico el cruce entre insectos y vegetales tiene su principal vínculo en el vuelo, se vuela para caer, incrustando en la tierra la semilla que debe germinar, se vuela para recolectar los alimentos, succionar, libar, procrear, la hoja cae y pierde su carne verde, queda la osamenta dendrítica como un plano de alguna ciudad árabe. Es la condición translúcida del ala y la hoja la que permite copiar en papel la intimidad casi radiográfica de la naturaleza viva, investigar, comparar, sacar las fobias descarnadamente y recordar que somos átomos en medio de la complejidad de la creación. Extirpar el color es presentar la realidad cruda y objetiva, como naturalistas contemporáneos que anotan en su bitácora los periplos por el propio jardín.
Contanos sobre tu colección de fotografías antiguas compradas en ferias. ¿Que es lo que te impresiona para adquirir una imagen sobre otra?
Valparaíso y Santiago son ciudades antiguas pero con ansias de ser nuevas, de borrar o anular su pasado, tenemos terremotos que cada cierto tiempo destruyen las construcciones patrimoniales, de esa forma pasa también con las fotos, la gente a veces las quema o destruye porque las consideran documentos obsoletos. A mi me parece fascinante poseer fotos antiguas, verlas, guardarlas, reencontrarlas, observar los tipos de papel, las firmas de las casas fotográficas, los efectos de iluminación, las postales y aquella concepción de turismo que comienza en el siglo XIX y luego el XX masifica, creando en la memoria colectiva un deseo por conocer el exotismo del mundo.
Conozco algunas ferias muy baratas donde encuentro de vez en cuando a bajo precio algunas fotos antiguas bastante valiosas, como por ejemplo algunos originales de Martín Chambi fotógrafo de Cuzco, placas de vidrio de un sacerdote alemán de principios de siglo XX en el sur de Chile sobre colonos alemanes, unas fotos del siglo XIX de Atenas, cuando los frisos de Partenón aún no eran hurtados por el museo británico.
Cuando viajé a Baires compré una colección de placas de una familia completa, creo que investigando siempre se encuentra buen material.
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¿Que haces con lo comprado?
Después de adquirir una buena colección la limpio, clasifico, protejo, muchas veces la dejo guardada por años, sin revisarla nunca más, pero sé que está ahí a buen resguardo. Otras veces digitalizo algunas piezas para compartir, mostrar a los demás o copio en papel fotográfico para poder revisar el estado de los negativos. Tengo pensado un proyecto a futuro, un libro sobre este material encontrado, por el momento ha servido para reportajes e incluso inspiró una película documental * a partir de una maleta encontrada que contenía cartas y fotos.
* Se refiere al documental “Señorita Gladys Peake” realizado por Gabriel Gallardo.
En ese viaje tomé más de 10.000 fotos, bastante si consideramos que fue en 3 semanas.
Lo importante es siempre tomarlas todas a la mayor resolución posible.
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Creo que lo más importante es perder el temor a que nos van a robar la cámara, sólo hay que sacarla y disparar, que desaparezcan los temores. En algunos lugares me instalo a fotografiar a la gente mientras pasan frente mío, o me siento tranquilamente a dejar pasar unos minutos hasta que aparezca una escena interesante. También trabajo tipologías, por ejemplo si encuentro botes de colores le tomo una foto a cada uno, no importa que sean 50, total lo único que me condiciona es mi propia voluntad. Si entro a un museo y puedo tomar fotos le tomo una imagen a cada obra, es como hacer levantamientos o acercarse y hacer macros a detalles y de alguna forma se profesionaliza el auto-encargo.
Si encuentro una buena escena tomo fotos en color, blanco negro, sepia, al menos hago 10 fotos de la misma escena y si son acciones en movimiento, como gaviotas disparo muchas fotos y luego selecciono la mejor, de ahí han surgido temas como esculturas en Roma y palomas o gaviotas en Estambul.
También es recomendable llevar dos cámaras una réflex blanco negro y la otra digital, la análoga puede ser para lugares especiales, por ejemplo visité algunas pirámides en Egipto y las análogas son increíbles comparadas con las digitales, en un templo por error abría la cámara y se velaron zonas de negativo y creo que esas son las mejores, a veces los “errores” son los mejores aciertos.
Todas las fotografías que ilustran este reportaje son autoría de Alejandro Wagner Molina.